viernes, 16 de mayo de 2008

(dos días para mi cumpleaños, y no me apetece nada)

Su madre limpiaba mesas y servía cafés seis veces por semana para pagar el alquiler. Le leía la Biblia todas las noches desde que tenía siete años, desde que se habían quedado solas. Mi amiga llevaba un crucifijo colgado al cuello. Era pequeñito, como la yema de tu dedo índice, y tenía un Jesús aún más pequeño clavado. No se le veía la cara de agonía pero podías imaginártela. Si te esforzabas podías verlo ojeroso, con los ojos inyectados en sangre y la boca retorcida en una mueca mártir.

Ella no se parecía nada a Jesucristo. Los ojos los tenía alegres, abiertos y azules y con el rabillo para arriba. Daban una impresión insegura de pureza. Parecía que te miraran brillantes de inocencia, pero había algo detrás – un pliegue extraño del párpado, un ladeo ligero de cabeza - que hacía que te revolvieras por dentro porque no sabías bien qué era. Los que la conocíamos un poco pensábamos que esa sombra estaba relacionada con su humor negro, con su sarcasmo afilado y difícil de notar antes de que te cortara. Nunca veías venir sus comentarios, porque no eran lo suficientemente desagradables como para dejar huella y te los introducía suavemente, con cuidado. Siempre rozaban la crueldad fría de los monarcas absolutistas, y nosotros los aceptábamos como viles siervos por instinto natural.

Luego sonreía, te cogía de la mano y el recuerdo del incidente se difuminaba con tardes poéticas columpiándonos al sol.

Esa tarde me había enseñado una oruga en el jardín de atrás de su casa. La había encontrado por casualidad, mientras corría descalza por la hierba, recreándose en el vuelo de su vestido y en el efecto que me producía. El animal era enorme y abultado, verde con manchas marrones y cubierto de pelos tiesos. Ella lo pinchaba con un palo y reía encantada. El crucifijo tembló un poco. “¿Verdad que es preciosa?” Me agaché a su lado y miré bien a la oruga. A mí me parecía horrible. Daban ganas de pisotearla y dejar que se la comieran los pájaros. “Sí” dije. “Es muy bonita.”

Y entonces me miró muy seria, y susurró “¿Tú tienes secretos?” Para ella, ninguno. Se lo dije. “Yo tengo uno. Tengo un tesoro escondido. ¿Quieres que te lo enseñe?” Claro que quería. Quería saberlo todo de ella y guardármelo para mí, y disfrutarlo a solas. Se desplazó a gatas hasta un parterre de tulipanes y arrancó las flores de cuajo, sin ningún miramiento. Estaba de espaldas a mí. Luego se puso a excavar con las manos, arañando la tierra y tirándola a su alrededor. Desenterró algo, lo miró un momento y se dio la vuelta. Era una cabeza humana, putrefacta y descompuesta en un grito eterno. La sostuvo delante de ella sobre la palma extendida, mirándome con ojos risueños.

jueves, 15 de mayo de 2008

Mudanza

Me cambio de sitio porque Livejournal es una mierda. Si quieres un blog pasable tienes que pagar o llenártelo de publicidad. Me indigna, me indigna.

Cita para enlazar:

¡Ahogadlos en sangre! Anegad los estériles surcos de vuestros campos abandonados con la sangre de Ellos. Bañad la mugre de vuestros hijos en la sangre de Ellos. Que no quede una cabeza sobre sus hombros. No les dejéis hablar, porque os convencerán. No les dejéis esbozar un gesto, porque os cubrirán de dinero, comprarán vuestra voluntad. No les miréis, porque querréis imitar sus maneras elegantes y os corromperán. No sintáis piedad, pues ellos no la sienten. Saben cómo sufrís, cómo mueren vuestros hijos de inanición y falta de asistencia médica, pero se ríen, se ríen en sus lujosos salones, al amor de la lumbre, bebiendo el vino de vuestras cepas, comiendo el pollo de vuestras granjas, adobado con el aceite de vuestros campos. Y se abrigan con vuestras ropas y se refugian en vuestras casas y ven llover sobre vuestras barracas. Y os desprecian, porque no sabéis hablar como Ellos, ni vais al teatro, ni al Liceo, ni sabéis comer con cubertería de plata. ¡Matad, sí, matad! ¡Que no quede uno con vida!



Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta




Y también podría hablar del tiempo, pero mejor espero a que se me ocurra algo. Saludo al vacío, doy el blog por inaugurado, y a ver si lo uso xD.

Prueba

Hola, hola.

La polla en cebolla.


La polla en cebolla baila alrededor de la hoguera, y todos disfrutamos de la vista porque somos un poco sádicos.

  • Rubia
  • Espantoso
  • Peludito
  • Estiércol
  • Desquiciado